martes, 13 de septiembre de 2011

Día

Mañanas ruidosas que entran por la ventana,
ladridos de perros abandonados en esquinas,
esquinas de furcias que ensombran la pared
y paredes de orín que aroman la ciudad.

Vistas de edificios que no dejan ver,
alarmas para ir donde no quieres ir,
llamadas que no te importan
e importancias que dejan de ser.

Comidas cocinadas en hornos quemados,
quemaduras que duelen sin estar,
recuerdos que inspiran una vida pasada
y tiempos que vienen sin querer venir.

Horario que marca el final de la jornada,
caminos que encauzan la vuelta a ningún lugar,
miradas que se pierden entre las faldas de otras
y faldas que muestran sin dejar mirar.

¿Suena una canción de amor?
Es para otros, no es la mía...
¿Para el tren en la estación?
O me harto de esperar o llego tarde,
o lo cojo sin billete, y pronto,
el revisor de mi viaje
me obliga a abandonar.
Tan caro pago el peaje
de no poner precio a cada paso...

Cama que aún siendo blanda es dura
y aún caliente es fría,
y aún pequeña es grande,
y aún con sábanas, vacía.

Luz que se torna oscuridad,
ruido que se convierte en silencio,
gentíos que se vuelven soledad
y recuerdos que se transforman en sueños.

Mano derecha que sólo toca la izquierda,
o alguna otra parte, qué te voy a contar...
si al cantar la melodía del ansia
sólo me alivia el tacto,
antes el tuyo, o el tuyo, o el tuyo, ahora sólo el mío.

Y buenas noches...
Tal vez mañana cambie la historia
y te hable de mañanas ruidosas que entran por la ventana,
ladridos de perros abandonados en esquinas...

martes, 6 de septiembre de 2011

Por ahí debes estar



Y ahí estás tú,
bajo un cielo que parece mi infierno invertido,
tras un camino que separa lo real y lo divino,
tras la realidad que invento sin atino.
Y por ahí debes estar: en la ciudad...

viernes, 2 de septiembre de 2011

Cuánto pesan mis alas

Las alas sirven para volar,
pero dios! cuánto me pesan...

Un día pedí libertad,
pero la libertad no me recuerda
pues he estado atrapado en tu jaula,
jaula que ahora me anhela
y que de alguna forma me sigue atrapando.

Día tras día, abriste la puerta,
pero no quise alzar el vuelo,
pues en aquel rincón,
donde tenía mi alpiste, mi cal, mi corazón,
era suficiente si me querías, si te quiero.

Pero en lugar de limpiar día a día,
pusiste un papel que acumulaba
cada deshecho de una vida normal:
Ya no quiero saltar entre heces del pasado.

Y no me dejaste ver el cielo...
no supiste cuánto necesitaba, qué necesitaba...
Quería sentir el viento,
quería un amanecer asomado desde la playa,
quería que volaras conmigo,
pero no entendiste la canción
que entonaba cada mañana...

Y ahora, volando hacia ningún lugar,
saltando de jaula en jaula,
sintiendo el viento y viendo el cielo,
comiendo alpiste en otras moradas,
admirando amaneceres en la playa,
hemos comprendido nuestros anhelos,
pero ya es tarde, mi amada.
Escucha mi canción matutina de nuevo,
siente cómo se apaga durante el vuelo,
siente cómo se atenúa en la distancia...

¿Que si quiero volar?
Sí, pero cuánto pesan mis alas....

lunes, 6 de junio de 2011

Tal y como es

Lágrimas como vaselina que deslizan los sentimientos entre el caparazón de mi cuerpo y un alma que lleva ausente demasiado tiempo...

Gritos de alegría que ensangrientan mi garganta oxidada por el silencio de años pasados...

Carreras hacia ningún lugar que me devuelven al punto de partida...

Y perros acostados en el arcén esperando el próximo taxi que les aplastará el cuello contra el asfalto... mientras perras sentadas en sillas improvisadas y paraguas parasol, esperan al siguiente cerdo con su carroza de asientos traseros.

Mujeres esdrújulas que parecen llanas si las miras sin un sentir agudo...

Casas viejas pintadas de nuevas y vendidas como vírgenes habiendo sido usadas... y viejas pintadas como puertas en casas nuevas que se compran vírgenes usadas vendidas en casas viejas...

Ladrones de saliva que secan estupideces alzadas como himnos contra la voluntad del pueblo...

Acampadas del pueblo que pide permiso al pueblo en terrenos del pueblo cuando la ocupación permanente de las clases ricas ha sido una constante...

Permitidme que ladre cuando no tengo nada que decir!

viernes, 6 de mayo de 2011

Pero aquí estoy yo

Se oyen a lo lejos los tintineos de tus pasos
que arden la hierba poblada en un sendero
hastío de golpes pardos, de nubes oscuras,
de lluvias sucias por aguas estancadas
en el vertedero de una vida.

Y con la intensidad de una balada
que acompaña la única conversación
que últimamente mantengo con mi alma,
se desvanecen los sonidos de tu cuerpo,
se diluyen con la niebla del alba.

Pero aquí estoy yo, plantado en el camino,
volviendo sobre mis pasos para hallar en cada andada
los errores cometidos y las palabras calladas.

Tal vez mirando a los lados
encuentre resquicios de una vida que se perdió
en algún lugar de las esperanzas,
tal vez mis gritos desesperados
me cuenten el olor a podrido que emanó
mi lamento de añoranza.

Pero aquí estoy yo, sentado en la arena orinada,
haciendo recuento de las huellas
que has dejado en cada grano de dolor
que se engancha a mi piel
como garrapata a un perro vagabungo.

Sonidos silenciosos explican a la ignorancia
la existencia de una puerta abierta,
por donde suelen entrar recuerdos
y salir personas escoradas por mentiras.

Pero aquí estoy yo, ladrando a la puta luna,
que me sonríe con manchas oscuras,
que se ilumina por la luz de otro lar que no es el mío.

Peinaré mis dedos inertes de tacto
para rasgar tu piel que quedó en mi piel,
y luego te contaré lo feliz que soy en la distancia
con lágrimas manchando una cara arrugada
quan zorra de carretera abandonada en el arcén.

Pero aquí estoy yo, esperando, esperando...

lunes, 14 de marzo de 2011

Hoy se escribe H

Hoy debe ser el primer día que me pongo a escribir sin intención de poner flores en paredes grises. Debe ser por culpa de la edad, o debe ser porque todo parece no ir bien, pero estoy cansado y sólo tengo ganas de gritar: ¡Me cago en tu puta madre! Como el que grita a un carcelero, el cual sólo hace que cagarse en la puta madre de la persona que le hace levantarse cada día para ir a esa mierda de trabajo. En ocasiones, esa mierda de trabajo es lo único que le queda a uno. Soy encarcelado y carcelero a la vez.

Ves desgracias en el mundo y piensas: pues no estoy tan mal... pero no estoy. No estoy conmigo mismo. Necesito un cambio pero no sé hacia dónde.

Yo tenía un mundo, no era de color de rosa pero las cosas tenían un objetivo, una razón, y siempre había algo que me llenaba de ilusión. Casi no recuerdo ni cómo se escribe esa palabra... ¿lleva acento? ¿va con H? Puede que sí... demasiadas H en cada palabra, demasiadas H en cada gesto.

Ni siquiera la búsqueda de compañía me sacia. No tengo ganas de demostrar que soy bueno para cualquiera. Ya lo hice en su momento de mi nueva era, y sólo recibí otra H. Una H amarilla, que me envolvió de sinceridad hasta romperme. Almenos me hizo sentir vivo, pero caí en la estupidez de textos de princesas, de caballeros desarmados, cuando creo que en realidad sólo quería mi espada. Creíste que tú eras el puente pero no, el puente fui yo... y sin querer, me quedé encorvado cuando pasaste, como si de cuerdas secas y maderas viejas se tratara.

Cada vez que creo encontrar algo parecido a lo que sentí, vuelvo a cometer el mismo error. Como ya dije una vez, tropiezo mil veces con la misma piedra: Debe ser que el alma no tiene memoria, pero la memoria recuerda sus errores. O puede que me esté engañando a mí mismo.

Y tú, que estás ahí pero no estás, quiero llamarte, sentir un abrazo en la distancia, pero el día ya es suficientemente frío como para agregar más hielo.

¿Y ahora? Pues como siempre: un texto, unas palabras, ningún lector, y silencio...

Al final, creo que es cierto lo que me pasa por la cabeza: Hoy se escribe con H....

lunes, 28 de febrero de 2011

No me digas que no

No me cambies el rock por baladas,
ni mis paseos al sol por solitarios caminos.
No me cambies mi whisky por agua salada
ni mis ropas bonitas por andrajos perdidos.
No me cambies restaurantes,
por bares con extrangeros,
no me cambies confidencias
por charlas con camareros.
No me cantes la canción
que tantas veces he escuchado,
no me mates la ilusión,
que ya no estoy tan bien armado.
No transformes mis pasos
por carreras sin destino,
no me cambies mi sobriedad
por ebrias locuras de un niño.
No despiertes con el alba
que marca el inicio de tu andada,
no despiertes mi sueño aún vivo
si ya no tengo tu mirada.
No limpies nuestra cama
si de ti algo le queda,
no me roces con caricias
pues me duelen y me queman.
No me digas que me calle
mientras cuentas los recuerdos,
no me pidas que no llore
mientras lloras en el puerto.
No me jures que escribirás
pues serán palabras difuminadas,
no me digas adiós
si no volverás mañana.
No me digas que no!
No me digas que no...