martes, 15 de enero de 2013

Hablemos conmigo mismo

Un día cualquiera, revisando las estadísticas de mi blog para ver si a alguien le importa lo que escribo, me planteo que cabe la posibilidad que tan sólo me importe a mí. Y no me parece mal, ya que por fin he aprendido a ser relativamente egoísta en pro de mi felicidad. Cuando he luchado por la felicidad de los demás, lo único que he conseguido es eso, la felicidad de los demás, y en ocasiones ni eso.

Así que un día piensas: ¡Qué coño! ¿Y yo qué? Ya que personas contadas han luchado para que yo viva mejor. Mi familia es un tema aparte: un pedestal, personas de otro grupo, casi ni son personas para mí... son una extensión de mi ser.

Y llegas a los 34 años. A veces se tiene la sensación de que debes darte prisa en hacer las cosas que quieres. O en dejar de postergar la búsqueda de la plenitud porque ya no queda tanto tiempo.

Entonces llegan las preguntas: ¿Qué quiero? ¿Cómo? ¿Con quién? ¿Con alguien? ¿Cómo es posible tener respuestas si ni siquiera sé qué preguntas quiero hacer?

¡Venga! Vamos a construir un muro de contención para que lo poco que tengo ahora no se escape. De esa forma surge el problema que un muro no deja salir, pero tampoco deja entrar.

¿Y si le hago una puerta? De esa forma podré abrirla para que entren cosas nuevas... pero... se podrían escapar las cosas que tengo sujetas... ¡Vaya! El muro no sirve, pero vamos a mantenerlo por si acaso... En resumen: una tontería de monólogo interior sin conclusiones.

E insisto una y otra vez en no ser un hombre gris. Siempre he dicho que no quiero una vida común. No quiero perder mi tiempo encerrado en una puñetera oficina. No quiero acabar de trabajar y volver a casa. No quiero trabajar para que los ricos se hagan más ricos. No quiero la monotonía del día a día...

Y de golpe aparece una preciosa mujer: dulce, cariñosa, sensual, inteligente, avispada y preciosa. Sólo la he visto una vez, pero tengo la sensación de que podría ser algo especial, que no es que abra la puerta de mi muro, sino que directamente lo tira abajo. Tuve la oportunidad de abrazarla y ver cómo se acurrucaba sintiéndose protegida. Fue una sensación que casi no recordaba. Puede que quiera empezar algo especial, si es que ella también quiere...

Y ahora pienso... ¡oye! Ya buscaré las respuestas y las preguntas el año que viene... total... sólo tengo 34 años ;)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Muy pero que muy bien! Cuando derrumben ese muro van a encontrar algo muy bueno. Ser uno mismo no es ser débil, débil es quien se construye un muro para ocultarse de lo que realmente es.Hemos de ser valientes y mostrarnos tal y como somos y si no gustamos pues nos secamos las lágrimas y a otra cosa con la sabiduría del fracaso pero vestidos de nuestra autenticidad... ¡¡Suerte Juan!!

Un Juan cualquiera dijo...

Jo... creo que es el mejor comentario que he recibido :) gracias anónimo! :D

Anónimo dijo...

Estoy en esa situacion 2.0 q explicas y no crees muros a tu alrededor . Deja q te conozcan q tu vales mucho y hazte valer . Respira el frescor q emana esa chica y tirate a la piscina y suerte amigo
Da consejos a los demas q para ti no tienes
sigue deleitandonos :-))